La forma del lóbulo de la oreja se define de forma genética como la forma de otros rasgos faciales o corporales.
Existen dos formar primarias en los lóbulos de las orejas en el ser humano. Pueden ser libres o pueden ser sujetados (o pegados).
La forma de lóbulo separado o libre es genéticamente dominante y la forma del lóbulo pegada o sujetada es genéticamente un alelo recesivo. Los niños tienden a heredar la misma forma en los lóbulos de las orejas que los padres.
Los lóbulos libres o pendulares son los más frecuentes. Es un lóbulo que se encuentra curvado y separado de la piel del cráneo donde se asienta la oreja. Es un lóbulo que es más grande y cuelga desde donde se inserta la oreja en el cráneo hacia abajo.
Normalmente el lóbulo de la oreja supone un 25 o 30% de la longitud total del pabellón auditivo.
Los lóbulos pegados sujetados son poco frecuentes, suelen ser lóbulos de menor tamaño y se sujetan directamente a la piel del cráneo. Está vinculado al alelo recesivo.
Algunas enfermedades genéticas se manifiestan también en la forma de los lóbulos, tal es e caso del Síndrome de Down, el Síndrome de Turner o el Síndrome de Beckwith-Wiedeman.
La cirugía estética de los lóbulos de las orejas se llama lobuloplastia. La lobuloplastia es una técnica que engloba las distintas maniobras quirúrgicas para remodelar el lóbulo. Para corregir lóbulos muy elongados por piercing o por la edad o con un orificio muy rasgado y elongado así como para corregir lóbulos que tienen demasiado tamaño. Sin embargo no es frecuente que el paciente consulte por una lobuloplastia para corregir el lóbulo pegado.
La lobuloplastia normalmente se hace con anestesia local, mediante la resección de parte de la piel del lóbulo en forma de cuña o de aro y tiene una evolución quirúrgica sencilla cuyas cicatrices quedan después muy disimuladas.