En el campo de la cirugía plástica, uno de los aspectos más relevantes —y a menudo olvidados en publicaciones y foros científicos— es que la anatomía de cada individuo es diferente.
El paciente que acude a la consulta del Cirujano Plástico tiene unas características anatómicas únicas, y trae consigo una historia personal, hábitos de vida y expectativas diferentes del resto. En este contexto, la cirugía estética debe entenderse como una ciencia y un ejercicio profesional totalmente personalizable a cada individuo. Al cirujano no solo se le exigen conocimientos técnicos, sino también sensibilidad hacia los aspectos personales de cada paciente y un correcto enfoque en función de la diversidad corporal.
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La clave: adaptación del procedimiento a las características anatómicas
En el caso de procedimientos como la liposucción, -segunda cirugía estética más solicitada en España, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) y la quinta a nivel mundial, confirmado por la International Society of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS)- su éxito depende tanto de la técnica aplicada como de la correcta evaluación del paciente y la adaptación del procedimiento a sus características anatómicas; no es lo mismo realizar una liposucción en un paciente con acúmulo graso localizado en el abdomen y flancos que en otro con distribución generalizada en caderas y muslos. Además, factores como la calidad de la piel, la presencia de flacidez o el grosor del panículo adiposo cambian por completo la planificación quirúrgica.
El papel de la consulta: informar y gestionar expectativas
En consulta, los pacientes suelen llegar con la idea de que la liposucción es un tratamiento universal que “sirve para todo”. Es común escuchar frases como: “Doctor, quiero quitarme toda la grasa de la barriga y que me quede plana”. Aquí es donde la labor del cirujano va más allá de operar: debemos informar al paciente sobre qué se puede lograr realmente en su caso, evitando falsas expectativas y diseñando una estrategia que respete su anatomía. Un ejemplo habitual es el de pacientes jóvenes con buena elasticidad cutánea, en quienes la liposucción puede lograr resultados armónicos y duraderos. En contraste, pacientes de mayor edad o con pérdidas de peso significativas, pueden beneficiarse de procedimientos de resección de piel para obtener un resultado satisfactorio completo.
Otro aspecto importante es la distribución natural de la grasa en función del género y la genética. Estudios recientes publicados en Plastic and Reconstructive Surgery muestran cómo las mujeres tienden a acumular grasa en la región glútea y muslos, mientras que los hombres lo hacen en el abdomen y flancos. Este patrón obliga al cirujano a individualizar la técnica: en algunos casos, es recomendable preservar determinadas zonas para mantener proporciones naturales y evitar resultados artificiales. De lo contrario, el cuerpo puede perder su armonía estética.
La seguridad es también un factor clave
Procedimientos mal planificados, realizados de forma estándar sin atender a la diversidad corporal, aumentan el riesgo de complicaciones.
En mi experiencia clínica, la consulta es un espacio donde la escucha activa cobra protagonismo. En conclusión, la cirugía plástica debe alejarse de fórmulas universales y contemplar la diversidad corporal como parte esencial de su práctica. La liposucción, en particular, requiere un análisis exhaustivo y un diseño quirúrgico a medida. Adaptar los procedimientos no solo maximiza la seguridad y los resultados, sino que también promueve una relación honesta y realista con los pacientes. Porque, en última instancia, la verdadera excelencia en cirugía estética reside en respetar y valorar lo que hace único a cada paciente.